Semana de cambios en la economía con la intromisión del Estado en la actividad privada. Esto suele afectar al usuario y beneficiar a la oferta en lugar de la demanda. Sin embargo, con la desregulación, el consumidor se convierte en el centro de atención y se le empodera. Aunque aún no se confirma la vigencia del decreto de necesidad y urgencia, es un paso hacia la discusión de temas nuevos que modernicen el desarrollo de la actividad privada y privilegien la libertad de decidir.
En las conferencias, se ha consultado a los presentes sobre su opinión acerca de los cambios propuestos por el Presidente. La respuesta ha sido contundente, mostrando apoyo a los cambios y a la rapidez en su implementación. También se les ha preguntado si están dispuestos a cambiar, a competir libremente y a perder subsidios, obteniendo nuevamente una respuesta afirmativa.
Es importante tener en cuenta que, para aceptar cambios que puedan amenazar nuestros intereses, necesitamos percibir que otros también pagan un precio o que no habrá un sistema político diferente en el futuro. La discusión se vuelve más tolerable si se tocan los intereses de diferentes sectores.
El populismo tiende a subestimar la macroeconomía en beneficio de algunos sectores microeconómicos. Esto puede llevar a la destrucción de la economía y a la afectación de empresas a largo plazo. Ahora, nos encontramos ante una economía distinta, desregulada y más competitiva, con sus pros y contras.
Es crucial observar cómo piensa nuestro presidente para prepararnos para los cambios que se avecinan. El perfil de quien maneja una empresa es importante para invertir en ella. En este caso, sabemos cómo piensa nuestro presidente y eso no cambiará.
Cada sector económico se enfrentará a momentos de decisiones y buscará posicionarse en la nueva realidad. Aunque habrá conflictos de intereses, lo peor es no hacer nada y paralizarse. Tomar decisiones sin enfrentar ningún costo por equivocarse es peligroso. Es necesario involucrarse y aprender a manejar los costos tanto como las ventas.
El usuario final será el ganador en esta nueva realidad más competitiva. La competencia nos obligará a ofrecer mejores productos y servicios a un mejor precio. Viviremos meses difíciles con aumento de la conflictividad social, pero también habrá un aumento en la inversión y la productividad. Este es el camino para un reparto más equitativo y un crecimiento de la riqueza.
La única manera de romper el círculo vicioso es con inversiones y la confianza en los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Es importante consensuar con los verdaderos protagonistas y no con aquellos que dicen representar a quienes ya no representan.
Es hora de actuar en lugar de solo hablar. Comprar terrenos, máquinas, telas y estudiar para mejorar los servicios que ofrecemos. Dejemos de discutir reglas burocráticas y dediquémonos a hacer lo que sabemos y podemos hacer. Aunque la incertidumbre sea parte de nuestra realidad diaria, la competencia es más eficaz que el Estado para beneficiar a los consumidores.