El Presidente se enojó. Nunca le informaron que la firma del decreto que designaba al nuevo jefe del Ejército implicaba la purga de más de 20 generales. Ha dado la orden de que se resuelva el problema”, reveló una fuente cercana al ámbito castrense en una entrevista con LA NACION. Este cambio en la cúpula militar ha generado un conflicto incómodo, por lo que el ministro de Defensa, Luis Petri, y su equipo se están enfocando en corregir los efectos de esta inesperada destitución de generales que se llevó a cabo en la Jefatura de Gabinete, liderada por Nicolás Posse.
No hay duda sobre el nombramiento del nuevo jefe del Ejército, el general de brigada Carlos Alberto Presti, proveniente de la promoción 118 del Colegio Militar, que es tres camadas más moderna que su predecesor, el general Guillermo Olegario Pereda. No obstante, su designación ha llevado a la destitución de dos tercios de los generales en actividad.
La solución que se está explorando es asignar a algunos de los 22 generales que deben retirarse a puestos en el Ministerio de Defensa, en el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas o en organismos relacionados con la actividad militar, para no perder la experiencia acumulada de muchos de ellos. “Estamos trabajando en eso”, afirmaron en el Ministerio de Defensa en respuesta a una consulta de LA NACION.
El ministro Petri ya ha incorporado militares retirados en su gabinete, lo cual es algo nuevo ya que nunca ha ocurrido en los últimos 40 años de democracia. La situación actual plantea una oportunidad para que Petri juegue un papel más activo en el Ministerio de Defensa y se fortalezca si logra resolver este problema de manera eficiente.
El fantasma de Néstor Kirchner
La fuente mencionada anteriormente confesó que “lo último que quiere el presidente Milei es que se le acuse de retirar a más militares que Néstor Kirchner”, recordando los 19 generales que fueron destituidos en 2003. A diferencia de ahora, esa purga afectó por igual al Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, y fue el resultado de una orden del presidente Kirchner para designar en cada fuerza militar a individuos que él había conocido como gobernador de Santa Cruz. Solo confiaba en ellos.
Este paso en falso que resultó en la crisis militar, atribuido a la Jefatura de Gabinete de la Nación, deja una lección para el gobierno actual: “El manejo del Estado, por más que se lo quiera reducir, exige el control de un engranaje complejo y saber qué sucede cuando se toma una decisión”, según una fuente militar experimentada.
Los sectores castrenses afirman que “a Milei nunca le ha interesado el tema militar” y recordaron que “hasta hace tres meses, cuando era candidato, afirmaba que su vicepresidenta, Victoria Villarruel, se encargaría del área de Defensa y Fuerzas Armadas. Sin embargo, esto ha cambiado por razones políticas y ahora Victoria tiene bastante con el manejo del Senado”.
Las fuentes consultadas por LA NACION revelaron que “a Milei no le explicaron que la firma del decreto 119/2023 resultaría en el retiro de los 22 generales más antiguos”. Además de estos 22 militares, también se han producido las destituciones del saliente jefe del Estado Mayor Conjunto, teniente general Juan Martín Paleo, y del auditor de las Fuerzas Armadas, general José Antonio Stanchina. El decreto fue publicado el martes en el Boletín Oficial y desde el miércoles hasta el viernes se llevaron a cabo ceremonias militares en diferentes unidades para despedir a los generales que dejan sus cargos.
Costumbre y tradición
La destitución de los 22 generales debido al nombramiento de un jefe más joven en el Ejército se basa en la costumbre histórica de no forzar a un general más antiguo a recibir órdenes de un oficial que anteriormente estuvo bajo su mando. Este principio se originó en los ejércitos alemanes y se ha heredado en América Latina, pero no se aplica en otras Fuerzas Armadas como las de Estados Unidos, Inglaterra y Francia.
En la Argentina, hay casos emblemáticos que demuestran esta tradición. Por ejemplo, el general Pablo Riccheri fue nombrado ministro de Guerra cuando aún era coronel en actividad en el año 1900, por el presidente Julio Argentino Roca. También el presidente radical Marcelo T. de Alvear nombró ministro al entonces coronel Agustín P. Justo, quien luego se convirtió en general y presidente, y ningún general solicitó el retiro en ese momento. En 1944, el coronel Juan Domingo Perón asumió como ministro de Guerra por designación del general Edelmiro J. Farrell.
Este cambio en la cúpula militar ha generado malestar en el Ejército debido al trato diferencial que ha recibido en comparación con la Fuerza Aérea, donde prácticamente no ha habido cambios, y la Armada. Los militares entienden que Presti se rodeará ahora de militares de su propia promoción, lo que presenta desventajas, ya que dentro de tres o cuatro años, cuando se produzca un nuevo recambio, se volverá a producir una purga masiva de militares de una misma camada.
Tras la designación de Presti, el general Pereda y los generales de división Martín López Blanco y Gustavo Alejandro Garcés Luzuriaga, así como los generales de brigada Aníbal Luis Intini, Miguel Ángel Juárez, Julio César Berden, Javier Alberto Palazón, Sergio Maldonado, Jorge Puebla y Alexis Dubowik, entre otros, deben retirarse del Ejército.
El cambio en la cúpula militar ha generado una crisis y un conflicto en el Gobierno. El ministro de Defensa, Luis Petri, se está esforzando por corregir los efectos de esta purga inesperada de generales y asignarles nuevas funciones para no perder su experiencia acumulada. Esta situación plantea una oportunidad para que Petri juegue un papel más activo y se fortalezca si logra resolver este problema de manera eficiente. Sin embargo, en el Ejército persiste el malestar debido al tratamiento diferencial en comparación con las otras fuerzas militares y a la posibilidad de futuras purgas masivas en el futuro.