El fútbol argentino y sus protocolos médicos.
Cuando Javier Altamirano se desvaneció, los primeros que lo atendieron fueron sus compañeros Enzo Pérez y Santiago Ascacibar, que estaban al lado del jugador. Inmediatamente se sumó el director técnico Eduardo Domínguez y detrás llegó el doctor Hugo Montenegro. Entre la caída del futbolista y el ingreso del médico de Estudiantes de La Plata transcurrieron 15 segundos. Al minuto llegó la ambulancia, y a los dos minutos y medio, desde el instante en que cayó al piso, Altamirano partió hacia el Instituto Médico Platense, que se encuentra a 550 metros del estadio, donde quedó internado durante once días.
Salvo lo imprevisible del accidente, el resto de lo que sucedió fue consecuencia de un plan diseñado por el cuerpo médico de Estudiantes de La Plata, en coordinación con los responsables de la logística del estadio, la policía y los médicos del equipo rival, pero que se replica en cada encuentro de primera división del fútbol argentino.
“Lo que ocurrió en el partido Estudiantes frente a Boca no es frecuente, porque el cuadro que presentó Javier Altamirano no es usual, aunque nosotros nos preparamos para enfrentar estos eventos teniendo en cuenta que los más probables son traumatismos o accidentes cardiovasculares”, le dice a LA NACION José Rodríguez Buteler, médico del club Godoy Cruz, de Mendoza.
Cada vez que el Bodeguero juega como local en el Malvinas Argentinas se despliega un operativo que incluye una ambulancia en el campo de juego, otra que no está a la vista y que se ubica en el túnel de salida, y dos más que se encuentran en las inmediaciones del estadio, dado que el objetivo no es solo atender cualquier situación que involucre a los jugadores, sino también a los espectadores.
Por otra parte, Godoy Cruz dispone de tres médicos, uno en el banco de suplentes; otro detrás, que cuenta con un desfibrilador portátil, y un tercero en la tribuna, dispuesto a bajar al campo de juego si alguno de los dos anteriores se tiene que ausentar. “Entre los médicos y los árbitros ya está establecido que, en caso de una situación que pueda implicar riesgo de vida, podemos ingresar al campo de juego sin autorización y de manera inmediata. Lo mismo ocurre con los médicos del equipo rival, que se suman a la atención del accidentado, y además, el colega detrás del banco de suplentes está atento por si se requiere utilizar el desfibrilador”, explica Rodríguez Buteler respecto del protocolo acordado para cualquier urgencia que se produzca y que involucre al club mendocino en condición de local.
Otro aspecto que destaca el médico es que tienen predefinido el lugar al que se traslada al paciente: “Si hay riesgo de vida lo llevamos al hospital Luis Lagomaggiore, que es el más cercano al estadio, y si la situación es menos grave, las alternativas son la Clínica de Cuyo, el Hospital Español o el Hospital Italiano”.
Rodríguez Buteler afirma que realizan capacitaciones permanentes en las que involucran a todo el cuerpo médico, incluyendo a los preparadores físicos, personal auxiliar y jugadores, donde explican cuál es la manera de proceder en caso de un accidente. “Lo que el público observa son los partidos de fútbol, pero la realidad es que la mayor proporción de tiempo de un futbolista transcurre en entrenamientos que en algunos casos se desarrolla en predios alejados, y para esos casos es importante contar con el apoyo de todo el equipo y no solo de los médicos, para dar respuesta a la urgencia”.
Si bien no son situaciones que se presenten en todos los partidos las lesiones más frecuentes guardan relación con la dinámica del juego y son consecuencia del contacto: traumatismos y fracturas son los accidentes graves que más se repiten. Fernando Locaso, médico de Huracán recuerda el momento en que su padre, el doctor Edgardo Locaso, que ya falleció, y el kinesiólogo Daniel Arias, le salvaron la vida al jugador Diego Graieb a partir de una rápida intervención, en octubre de 1999: “Lo de Graieb fue consecuencia de un golpe de cabezas con el jugador Ruffini de Banfield. Como consecuencia del impacto cayó desplomado e inconsciente, hizo un espasmo medular y esto le generó un paro cardiorrespiratorio que revirtió a partir de la estimulación. Mi padre minimizaba su intervención y le quitaba trascendencia, pero la realidad es que la rápida actuación fue determinante”.
El médico de Huracán plantea que es muy relevante la observación y la capacidad de detectar de manera inmediata una anomalía, cosa que no siempre sucede porque en algunas oportunidades el deportista no está involucrado en la situación específica de juego, y propone utilizar la tecnología del VAR con fines médicos. “A veces la perspectiva desde el banco de suplentes no es la ideal y se pierden detalles importantes. Podríamos contar con el apoyo de todo el despliegue del sistema de cámaras para tener una alerta y de esa manera acelerar el tiempo de atención. Además, puede pasar que un evento se minimice o pase desapercibido porque el jugador no se desmaya y sigue jugando, aunque esté afectado; en esos casos, el VAR puede servir para avisar al médico”.
Locaso relata el caso vivido con un jugador del Globo que tuvo un traumatismo durante el primer tiempo, y ante la atención médica el futbolista manifestó que estaba bien y continuó jugando. Durante el entretiempo, el médico observó la imagen del altercado y, al ver la magnitud del impacto, decide el cambio. En un primer momento pareció una medida preventiva y algo exagerada, pero luego se confirmó que estuvo justificada, dado que el jugador atravesó un cuadro de mareo y amnesia temporaria. “Si yo hubiese visto el golpe en el momento, no dudo y pido inmediatamente el cambio. Para eso las imágenes en el instante posterior a que ocurren son muy valiosas”, sostiene el médico.
La AFA realiza encuentros anuales en los que capacita a los médicos en las que comparten experiencias y buenas prácticas, además de acordar protocolos comunes. Por otro lado, la asociación que regula el fútbol en nuestro país proveyó de desfibriladores a los clubes afiliados de manera directa a la entidad por lo que todos los estadios y cuerpos médicos cuentan con este recurso lo que asegura una respuesta en caso de cuadros que requieran el uso de esta aparatología.
En el ascenso, donde los clubes no siempre tienen un médico como parte del plantel, la reglamentación exige la presencia de un profesional de la medicina matriculado para que se dispute cualquier encuentro, además de la obligatoriedad de contar con una ambulancia. En estos casos es responsabilidad del arbitro constatar el cumplimiento y está facultado a no disputar el partido si no se cumplen los dos requerimientos. Y de hecho, varios encuentros fueron postergados porque la ambulancia no estaba, o el médico no estaba presente en el momento de iniciar el cotejo.
El estadio Uno de Estudiantes de La Plata fue reinaugurado en 2019 y cuenta con un acceso en una de las esquinas que posibilitó el ingreso rápido de la ambulancia. Una respuesta similar se puede dar en canchas cómo el Monumental, que históricamente contó con una entrada, llamado “puerta maratón” que daba directamente a la pista de atletismo, o en el Mario Kempes, de Córdoba, que también tiene acceso directo al campo de juego.
Rosario Central está en pleno proceso de renovación de su cancha y una de las tareas que llevan adelante es la construcción de un acceso directo hasta el campo de juego, una situación que en los próximos meses cambiará cuando esté finalizada la obra y cuente con un portón de ingreso directo para una ambulancia. “Nosotros tuvimos una situación de esas características con César Ibáñez en la cancha de Rosario Central y lo sacamos muy rápido y sin ninguna complicación. Cada estadio plantea un esquema diferente y no todos son iguales, pero en todos hay una solución que permite la rápida evacuación del accidentado”, explica Fernando Locaso, responsable de la salud en Huracán.